
Hubo un momento de indecisión. No sabia si volver a retomar la mirada. Estaba allí, con la cabeza bajan no sabiendo si lo que había visto era cierto. Era temprano y tenia sueño pero la sensación había sido tan real.
Se armó de valor y se miró otra vez al espejo. Efectivamente, ese hombre que aparecía allí era él.
Qué había pasado? No era el chaval de siempre, era un hombre mayor el que asomaba. Sus ojos, sus propios ojos, por primera vez lo reconocían así.
No puede ser que haya pasado tanto tiempo, que lástima, como se estropean los cuerpos.
- Me siento vital todavía. –se decía.
Bueno, algunos achaques empezaba a notar, pero nadie es perfecto, se decía a modo de justificación.
Es cierto que la ley de la gravedad, según pasan los años, cada vez es más grave, a las mujeres se le empiezan a caer cosas de la cintura para arriba y a los hombres de la cintura para abajo, pero no podía ser, él aún era joven, o al menos eso creía hasta hace poco.
Acabó la reflexión, se echó agua a la cara y se secó despacio, muy despacio con la toalla.
Tocaba recapitulación de todas las cosas que tenia pendientes por hacer. Eran tantas, que pereza!.
Extendió la toalla de baño por el suelo y con gran resolución se quitó el pijama y el boxer y se tumbó en el suelo. Boca abajo apoyó las manos en el suelo y efectuó tres flexiones, tres, con lo cual , satisfecho, se dijo.
- Lo he conseguido!, Ahora tengo que ir por las demás cosas pendientes.