viernes, 19 de diciembre de 2008

Rambla Canaletes 2







RAMBLA DE CANALETES 2

Soy insignificante. No soy alto
Ni apuesto. No soy rico. Ni siquiera
Despertaria envidia mi salud

Por eso cuando estoy con gente extraña
Hablo estupendamente de mi mismo,
De mis grandes proyectos, de mi gran
Capacidad –“Vereis” – al realizarlos

Edifico en las plazas y jardines
-mentalmente, se entiende- pedestales.
- “Lo veis –diria-. Aquel busto allí arriba
Es el mio. Y mi nombreestá aquá. Leedlo”-
Y digo “Amigo”, “Tú”… Bueno, esas cosas.

Me temo, sin embargo, que no engaño
A nadie, pues se callan o responden
Con un discurso igual a mi discurso.
Pero tengo que hacerlo, pues no soy

Como veo a los otros desde mi óptica:
Altos, apuestos, ricos, saludables…
¿O, acaso, no lo son y cual yo fingen?

José Maria Fonollosa.

domingo, 30 de noviembre de 2008

jueves, 27 de noviembre de 2008

Correfoc



El correfoc convoca a la magia y la ensoñación en un ritual de ruido y color, olor a polvora y música acompasada, diversión, emoción y temor. Todas estas pequeñas cosas suceden en un correfoc.
Recordamos la niñez y disfrutamos como niños. Gente alegre corriendo bajo las chispas, en una especie de bautizo de fuego y contacto con el ser atávico que llevamos dentro. Danza pagana primigenia que evoca lo desconocido y remueve los recuerdos y aviva la novedad en otros casos.
Disfrute en resumidas cuentas de una noche de ruido, pólvora, chispas y diversión.

sábado, 15 de noviembre de 2008

martes, 4 de noviembre de 2008

Poema.


En lo alto del valle,
en lo profundo de la montaña,
en la sonrisa de una lágrima,
en el llanto de una mirada,
encuentro a faltar tu presencia.
Observo tu ausencia en mi mirada,
tan torva, tan ausente.
Pincel que pinta de colores
toda la gama
de mis expresiones.
Estás. Y no te veo.
Eres. Y sólo te presiento.
Laberinto cotidiano
de sueños anhelados,
busco por donde no estás,
escapas por donde no voy.
Desencuentro.
Quizás.
Encuentro.
Tal vez.

Balta.

Decisión.


Hubo un momento de indecisión. No sabia si volver a retomar la mirada. Estaba allí, con la cabeza bajan no sabiendo si lo que había visto era cierto. Era temprano y tenia sueño pero la sensación había sido tan real.
Se armó de valor y se miró otra vez al espejo. Efectivamente, ese hombre que aparecía allí era él.
Qué había pasado? No era el chaval de siempre, era un hombre mayor el que asomaba. Sus ojos, sus propios ojos, por primera vez lo reconocían así.
No puede ser que haya pasado tanto tiempo, que lástima, como se estropean los cuerpos.
- Me siento vital todavía. –se decía.
Bueno, algunos achaques empezaba a notar, pero nadie es perfecto, se decía a modo de justificación.
Es cierto que la ley de la gravedad, según pasan los años, cada vez es más grave, a las mujeres se le empiezan a caer cosas de la cintura para arriba y a los hombres de la cintura para abajo, pero no podía ser, él aún era joven, o al menos eso creía hasta hace poco.
Acabó la reflexión, se echó agua a la cara y se secó despacio, muy despacio con la toalla.
Tocaba recapitulación de todas las cosas que tenia pendientes por hacer. Eran tantas, que pereza!.
Extendió la toalla de baño por el suelo y con gran resolución se quitó el pijama y el boxer y se tumbó en el suelo. Boca abajo apoyó las manos en el suelo y efectuó tres flexiones, tres, con lo cual , satisfecho, se dijo.
- Lo he conseguido!, Ahora tengo que ir por las demás cosas pendientes.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Otra mañana.


Como sin querer hacerlo, lentamente iba despertando al día.
Se encontraba encajonado en la cama, la mente le pesaba y las ganas de despertar le fallaban. Otra vez tenia que volver a abrir los ojos y enfrentarse a la cotidiana jornada.
Un techo naranja y una lámpara redonda, blanca, era lo primero que percibía al abrir los ojos.
Giraba la cabeza a un lado y otro de la almohada para ver donde se hallaba, viendo su habitación como si fuera la primera vez. Cada mañana el mismo ritual.
Hoy, un sonido acompañaba a la cotidiana visión. Estaba lloviendo, intensamente, golpeteando en el tejadillo y en el alfeizar de la ventana.
Menos motivos aún, pero se había de levantar.
El cuerpo se iba recolocando, lentamente iba tomando conciencia de sus miembros y sus órganos y sin saber como se encontró sentado al borde de la cama con los pies en el suelo de madera.
Como zombi se dirigió al baño y celebró el ritual de orinar, mirarse la cara en el espejo , lavarse la cara y volverse a mirar para comprobar que la imagen que le devolvía el espejo era la misma.
-Joder, ahí estoy otra vez!, -exclamó con resignación-.
Salió del cuarto de baño, se agachó al suelo y de debajo de la silla recogió los pedazos de foto que había roto la noche anterior donde estaba el rostro de ella.
Se dirigió al escritorio y los dejó encima de la mesa.
Encendió el ordenador y la volvió a imprimir. Ya sabia que al acabar la jornada, hecha trozos en el suelo quedaría, otra vez, la fotografía.
Así que la volvió a colocar con cuidado, al lado de su retrato.

domingo, 19 de octubre de 2008

Rincones oscuros.


En el olvido de la memoria quedan los rincones oscuros de nuestra vida, aquellos que sabemos vividos pero que no interesa sacar a flote porque su recuerdo nos duele. Crecimos con ellos, formaron parte de lo que somos hoy en día y juegan con nosotros en momentos de debilidad.

Posicionados en un rincón oscuro, nos asustan cuando ven que perdemos el norte y dudamos a donde vamos, entonces, sacamos fuerza para huir de ellos y demostrarles que somos mejores que ellos.

En ocasiones nos tapan momentos de felicidad que tuvimos, nos ensombrecen risas pasadas y miradas encendidas. Pasamos por ellos de puntillas, para no despertarlos y se convierte en un tira y afloja con la vida.

Avanzamos y seguimos adelante, la rémora cada vez pesa menos si no se la mira demasiado y se le da el valor adecuado.

Y cuando a pesar de todo está ahí presente, o tomamos pastillas, o creamos nuevas ilusiones para poder avanzar. Los muros están hechos para defendernos o para romperlos.

Rompiéndolos te diviertes más, defendiéndote, pasas la vida con miedo.

Los rincones oscuros sólo debieran ser eso. Anécdotas vividas en el pasado del tiempo.

La vida la forman un montón de cosas maravillosas, pequeñas y grandes, lejanas y cercanas, propias y ajenas.

miércoles, 25 de junio de 2008

Un cuento de cuento.


Rafael cumplía hoy 70 años. Se sentía bien consigo mismo, salvando los achaques de la edad y las molestias de la vejez.. Se miró al espejo, cara ajada por los años, arrugas por doquier y una hermosa calva. En un resquicio del espejo, sin saber como, aún se contemplaba con 50 años menos.
Decidió que hoy haría el amor con su mujer, seria una buena manera de celebrarlo.
Se afeitó, se puso su mejor ropa y salió a la calle a comprar flores. Compró seis rosas rojas y se dirigió andando a las afueras del pueblo.
Caminó un buen rato hasta llegar a una arboleda donde se encontraba su roble.
El roble donde hacia 50 años con su navaja dibujó un corazón atravesado por una flecha con los nombres de Maria y Rafael.
Se lo quedó mirando un rato, pensativo, extasiado. Aún se distinguía bien el corazón y los nombres.
Se acercó al árbol y depositó las flores en el suelo, lo abrazó y así estuvo un buen rato.
Hacia 8 años que había perdido a Maria, pero su presencia estaba intacta todavía.
Las hojas del roble se empezaron a mover, una extraña brisa las hacia agitar. Rafael, abrazado al árbol, notaba como su cuerpo se encendía mientras el sonido de las hojas le iba envolviendo.
Cesó la brisa, callaron las hojas, Rafael poco a poco fue dejando el árbol, sentándose a su pie.
Encendió un cigarrillo y al exhalar el humo miró hacia arriba y, entre las hojas, Maria sonreia.

lunes, 25 de febrero de 2008

A fuera, itsmos.


  • Me lleno tanto de ti que tengo que vaciarme cada día en una distinta para volver a llenarme de ti.
  • Tienes una mirada tan linda que engarzada con tu sonrisa formaría la estrella más hermosa del firmamento.
  • Dormía para soñar que no estaba despierto.
  • Supo que la vida iba en serio cuando ya no encontró más excusas para empezar a vivir.
  • Un hombre mendigaba amor en la calle y la gente le echaba calderilla de ternura.
  • Ámame como soy. Deséame como me imaginas.
  • Búscame en los recónditos rincones de tus sueños. Allí me refugio yo de mis pesadillas.
  • En un solo corazón cabe todo el amor del mundo. Por qué en el mundo hay tan pocos corazones llenos?
  • Le dijeron que odiara a su prójimo por ser diferente y no supo quien era el prójimo, si el que le mandaba o el de enfrente.
  • Si para amarte tengo que reinventarme, me quedo como soy y te busco en otra parte.
  • Cuando ríes con tu hermano, dos felicidades se dan la mano.
  • Mira que fácil seria acabar con las guerras si la gente se acordara de jugar a piedra, papel o tijera.
  • Me querías tanto para ti que no me dejaste crecer y me sequé el carácter.
  • Que buena te salió la comida! El punto exacto de sal y el necesario de cariño.
  • Amó tanto la vida que la preñó de esperanzas.
  • La felicidad tiene alas y nosotros la buscamos a pie.
  • Veo en el horizonte tu mirada buscando en mi horizonte. Hay algo más?

jueves, 7 de febrero de 2008

El éxito de todos los fracasos

No se si fracasar en todo sea un éxito. Lo dudo, porque tampoco creo que alguien fracase en todo. Luchamos por vivir, por sobrevivir y siempre conseguimos pequeños éxitos, pequeños fracasos, a veces no conseguimos nada y también sonoros fracasos y sonoros éxitos, muy de rara vez. Caminamos, avanzamos, nos paramos, en ocasiones el temor nos inmoviliza, miramos a nuestro alrededor, buscando una referencia, una salida. Nos guiamos por instinto, por consejo, por impulso y buscamos en nuestros recuerdos nuestras referencias para saber hacia donde queremos ir o que deseamos encontrar. Tejemos los años día a día preñándolos de ilusiones, grandes o pequeñas, que se van cumpliendo o incumpliendo según avanzamos. Unas no tienen vuelta atrás, otras nos requieren una segunda, una tercera oportunidad. Fracasamos en nuestros éxitos y triunfamos en nuestros fracasos, de mientras, vivimos. A veces nos reconocemos, a veces vemos un extraño delante del espejo, al que casi ni saludamos. Otras veces nos hacemos amigos de nosotros mismos y nos ponemos el mundo por montera, brindamos al sol y nos importa un carajo como caiga la montera.

Observamos el comportamiento de los demás más que el nuestro y muchas veces quisiéramos ser otro y otras no quisiéramos ser nosotros, pero cuando extrañamente coincide lo que queremos con lo que somos, que extraña sensación recorre nuestro cuerpo.

Siempre buscamos, no importa lo que encontremos. La curiosidad azuza nuestro deseo de ver más cosas, de saber más cosas, para ver si eso es lo que queremos, lo que deseábamos. Fruncimos el ceño o alzamos las cejas como niños cuando ven el juguete que desean, según vamos pasando las etapas de la vida. Vamos cambiando nuestras referencias, acortamos nuestras metas, siempre deseando encontrar el tesoro oculto de nuestra felicidad, siempre escondida por distintos recovecos de la vida.

El tesoro no está siempre junto, siempre encontramos pequeñas alhajas por el camino y también somos sorprendidos por salteadores de caminos, a los que a veces ahuyentamos y a veces nos dejan malheridos. Pero seguimos el camino, con llagas en los pies, con la ilusión rota, con la esperanza arañada, con el deseo de una posada al final de la jornada.

Nos hacemos trascendentes o nos tomamos a broma a nosotros mismos, tenemos muchos métodos de defensa contra los ataques del destino. Seguimos caminos trazados, seguros, o nos aventuramos por nuevos senderos que intuimos a donde nos van a llevar. Luchamos, combatimos, rehuimos la lucha, somos humanos y nos comportamos de manera sorpresiva muchas veces.

Lobos solitarios en ocasiones, otras veces necesitamos el enfrentamiento tribal con otras gentes para medirnos como personas, para saber de lo que somos capaces, para saber lo que sentimos, para sentirnos vivos.

Encontramos compañeros de camino con los que reímos, con los que amamos, que nos halagan y nos espetan con cruda sinceridad lo que piensan de nosotros por nuestro bien, a los que respetamos, a los que tenemos en cuenta sus consejos, a los que recriminamos su actitud en ocasiones, a los que abrazamos, a los que besamos.

Encontramos nuestra alma gemela, nuestro complemento, esa persona que con sólo la mirada nos basta para entendernos, con la que seguimos el camino codo con codo uno al lado del otro. A la que admiramos y respetamos sus silencios y deseamos sus palabras. Y su cuerpo, para sentir el nuestro propio. Para realmente sentirnos vivos en el universo y reconocernos en el camino y ver que ha valido la pena el esfuerzo gastado.

Y creemos conocer otras almas gemelas, y ganamos y perdemos, hay muchos espejismos en el camino, trucos y trampas que nos apartan del sendero deseado, sin darnos cuenta o con todo nuestro consentimiento y nuestra poca fe.

Nos engañan como crios con cosas pequeñas que tienen precio apartándonos de las importantes, que no lo tienen. Nos llenamos de triunfos cuando apenas sabemos entender las cartas que tenemos en las manos y no sabemos jugarlos. Ansiamos la felicidad de mañana cuando no hemos sabido buscarla hoy y vamos trampeando esa felicidad cotidiana con parches y vendas que nos ocultan la realidad y nos hace vivir en un mundo distinto al real.

Conseguir una pequeña sonrisa de complicidad, una mano para ayudar, un esfuerzo compartido, eso no tiene precio.

Un poquito de fe en nosotros nos hace falta, para saber que los demás también pueden poseerla y juntos trazar un gran camino hacia un bien común que redunda en un bien privado. Si los demás son felices, yo lo soy. Cuando los demás son felices y yo no lo soy, que es lo que ocurre?, que es lo que falla en el mecanismo? Necesito más dosis de felicidad para igualarme a los demás?

viernes, 1 de febrero de 2008

Erase una vez un inicio.

Me lanzo a esta aventura con ánimo de caminar por este espacio de una manera más o menos continuada. A mi favor tengo mi disponibilidad, en contra mi fuerza de voluntad. Todavía no tengo bien decidido de que va a ir esto, espero que sea un poco caótico, un bazar sirio donde haya un poco de todo. Caminando y tropezando iré avanzando.
Soy un curioso nato, me llaman muchas cosas la atención, pero no he encontrado todavía ninguna a la que dedicarle plena dedicación, valga la redundancia. Picoteo aquí o allá o me siento a observar. Hace tiempo sentía curiosidad por este mundo, he tardado a decidirme a entrar en el, veremos como me va.
Por mi trabajo, madrugo mucho, demasiado para mi gusto, cada día veo amanecer y siempre me está trabajando la mente pensando cosas incluso con sueño. Veo pasar la vida como un simple espectador, como alguien extraño a esas tribus que se mueven por la ciudad.
despertarse, trabajar, alguna vez soñar. Vivir? No sé creo que también, a pequeños flashes, como casi todos, supongo.